Más allá de un linde, de un estrecho…
amantes cegados por la gloriosa ira donde el tiempo se quema
aislados en habitaciones inciertas de populosas ciudades
a través de los climas y los idiomas del poder
más allá más allá siempre
moviéndose hacia la destrucción inefable del amor
donde el poder rechina como mosca en el ácido
de la duda
más allá de la duda
Esplendor de unos senos en los bajíos de la noche
cuerpos donde la boca reclama su heredad...
OYE, PODER
oye, poder, ya chasca sobre el mar rutinario
el pez desmemoriado que ha parido el amor
trina sobre las olas su pintura de plata
vaciando tus pupilas del odio y la sospecha
y más allá más allá siempre
inconteniblemente
en tus propias raíces un dios agazapado
descoyunta su infierno bajo la luz del viento
y ciega nuestras bocas en el centro del día
la costa será espléndida para los amantes
una costa de pura libertad que perturba
existencias de arena
erotismo que abate
EL SUPLICIO DEL MAR
qué error fue hacer el mar, si tú lo piensas,
para quien lo creó, quien más arriesga
nuestros desnudos cuerpos con el agua son cómplices
pero el ardor del ángel jamás halla quietud
espejo cara al cielo de un abrazo imposible
que tienta una mirada que no puede tocar
como tú y yo tocamos el acto de estallido
de lengua y paladar
el deseo y la muerte son otro mar cogido
donde enciende tu carne un fuego de verdad
viendo sobre las costas bajo todos los climas
las hogueras de duda, el agua de ansiedad,
imagino aquel ángel aborreciendo al mar
CRIATURAS
despreciamos las bestias
purísimas criaturas que al placer
se dan
como a la daga la muñeca
de quien la puerta ciega
pero ellas aguardan libertas
al abrigo del ángel en
su osado jardín indemnes y libertas
de su mirada eternas
y nunca en desespero como
la caña de nuestros huesos
avizoran desde la fronda el trueno
de mis sienes y
esperan como reyes que cuentan sus monedas
LA TREGUA DE TU CUERPO
sobre este campo yerto coloco una palabra
un cuerpo un fruto vivo sobre el perfil de hielo
la palabra que es sólo por si misma
y al sentido interroga como el alba
a la nariz de la husmeadora muerte
ya no sugiero gestos para doctas preguntas
me basta con el tacto irracional del muslo
sobre el que tú floreces igual que las palabras
rostro amado y amado contacto con el mundo
mujer que ya semejas un milagro extendido
bajo el cínico cielo del dios que nos desdeñe
nuez de pasión tu cuerpo perfumando el sentido
aliviando el desierto que percibe el insomne
DE MUY HUMANA CARNE
en riberas del río de la sangre
requerirle al amor la certidumbre
como prueba del cielo es
sólo espanto
en mi precario cuerpo
en su despeño
hay trizada esperanza y desazón espesa
y un murmullo animal que no es incierto
en riberas del río de la sangre
ojos de mujer me contemplan los ojos
tensa avidez bajo la luna tensa
y solícitos llaman y reprochan
la aridez de mi cráneo
molinillo del tiempo
la sombra de la caricia de su sombra
temblando en el umbral de la pregunta
toda cosa ironiza y
todo lo conmueve
© carlosmamonde
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