martes, 13 de diciembre de 2011


2 poemas de carlos mamonde


Libro de Jasón



[fragmento  séptimo]

Cuando consigue la máxima apertura  (sin piedad) de pupilas, al occidente
otea, husmea, perro del agua sucia, abandono de la carne, perdido dibujo de los sueños
y procura el silencio banal, la no palabra del olvido,  la música del árbol mutilado

se asegura -con afilado cuchillo abriendo los planos de ese goce- del fluir
del naufragio, todo extravío, la música del árbol que lo aturde.

Y silencio del tiempo ya castrado.

Y se sumerge.

Y traga el agua que le niega oxígeno…como toda tu sombra que se iza del lecho.



[fragmento  sexagésimo primero ]

Bajando a lo profundo donde lo humano es alga es onda fugaz es gota a gota…
ve alejarse su nave hacia un puerto de miedo.
Donde Argos encalla y acepta su destino. Y piensa la madera: he perdido las velas, mi carenado es cáncer y él se ha sumergido
en el tiempo exacto de morir.
Quiero ser lodo…un pecio apenas, una mancha de óxido en el dolor del agua.

Sobre todas las costas se han cariado los sueños. La ceniza
enamora paladar de guerreros y la ira de muertos…
y finge neblinas al oro inefable del azar y certeza de los eternos reyes.

Nadie habrá de comer ni habrá la espera del sosiego o
del desasosiego. La mañana no hace coito con la tarde roja.
Chisporrotean las ciudades como una nube de insectos inconcientes…
El lienzo de la nube y la luna se pudren….resbalan sobre un río negro
que atraviesa las agujas del mar.  La tormenta es lo seco. Lo absoluto tiempo.

Veo abrirse el paño de las genealogías.

He llegado a la precisa fuente. A la pregunta de infinitos dedos sucios
Que teje cada nudo. Y teje el ya postrero.

©carlosmamonde

martes, 8 de noviembre de 2011


2 poemas de Noviembre

Los cuerpos hacia el fuego

Los aún vivos cuerpos trizan sus balbuceos al volverse pavesas
volando hacia el  silencio y desesperadas oraciones
al mudo de lo sagrado, a la llanura de lo zoológico.
Al sueño del deseo invisible…

¿Y tú, cuerpo mío, que supiste de la pertenencia y la Gravedad?
Y el sexo – ¡dioses ¿dónde está su ironía?!- su asfixia asesinada y plena
que experimenta calma
y fuga -por fin- y desencuentro… en la humedad del bosque y
ocultaciones de certidumbre en el  pavor  del goce. Frondas de las multitudes
-urgidas- a la pérdida y al mirarse en el pánico.
(Terror de los que hubieron amado)

Estas inquisiciones tan inútiles como el amor (son) la sombra (son) los pulidos espejos de la resurrección (son eso). Y  lluvia que somete lo devorado. Preguntas
a lo acontecido, lo no recuperable, lo desierto…lo sagrado.
Y el metal execrable con que los sacerdotes cortan muslos del agua.
Allí donde la herida, donde besó el misterio.

Los cuerpos -sonora música- abren ojos abiertos
al mesías exangüe y a tu voz cuando gimes
de extrema fragilidad  y grave ligereza del placer soterrado…

¡Ateridos amantes despiertan en los espacios donde nadie responde ¡


Están lloviendo peces

1. ¿En sueños, te parece? Lenta lluvia de peces…
De ungidos peces rotos por la Voz que traiciona.

Que a los mares esfuma, allí donde el suicidio devora cada ola…y
el aire se concluye en esa quietud hueca…perforación sin sombra
Donde pare la muerte.

Sombra Mayor, deslumbre de la mañana inútil.



2. Teme el pez a sí mismo, a su sombra tan ágil, mientras ya precipita
hacia todo vacío su leve cuerpo de violada doncella y transparencia helada.
Huye.
Resta estela  de vacío en su rápida traza. Pero no viene nadie a habitar su abandono.
Pero no, nada, nadie, se apropia de su espacio. Y de su vida que fungió luz y agua
en el alba olvidada.  Queda niebla y  el eco
y la melancolía donde fracasa el ángel impotente ante el hecho.

Resta vacío…papeles enmudecidos de sin textos por la tinta sin rumbo…
Signos infames  del sinsentido. De Todo lo arrojado y derrocado y diferido
hasta el año ya herido, torpes peces borrados, detritus sin la letra y
en el morir de lo pacificado.

© carlosmamonde.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuando la nieve, que desazona al  hierro…

1.
¿Es este hueco hueso, desierto de intemperie, casa de lo anunciado, plegaria degollada,
la habitación de muerte donde las fuentes claman por un agua fantasma?

A pesar de la nieve que detuvo la sangre de las aves más ágiles, no encontrarás la huella. Espacio donde late el instinto y husmea toda vida la vena de la caza.

A pesar de la nieve que adormece el vacío, abre la luz. Y drena
las más dulces tumbas de su perfecto aceite. Y de melancolía…


2.
Aquel que bebe nieve ahonda los espejos donde
el cuerpo se escinde y el alma es nuda roca devenida en ceniza.

¡Porque la violencia cruje sobre todos los cielos
y la íntima forma de tu boca mojada!

Zumo de la promesa que nunca musitaras; tímido frío del hierro destronado….

Que mi oído –quemado- ha secado esas lluvias, eso tú ya lo sabes…

(Oculta en el desierto que no puede salvarte)

©carlosmamonde

lunes, 10 de octubre de 2011

IX.X.XI
Un encuentro casual de nuez, de muerte y viaje

[…este es el poema y rastro del cogito de una desconocida compañera fugaz viajando viaje, apenas  entrevista  en un vagón del tren que me viaja a lo exhausto…
Este es el riesgo del romanticismo.]

Esa austera y dulce altivez de tu rostro, enmascarado en todo anónimo;
Se me niega y sonríe a mi reflejo (es que lo hace, no lo sueño). Sonríe y
Es todo abismo en ella…en esos ojos lejanísimos de cruel proximidad…
(Pero) insólito “voyeur”, ya me encandila un breve triángulo de su carne en la cadera
Que la blusa desvela y
Donde luz redime a la Máscara y abre ternura y
Sin fin paisaje deslizado hacia el goce y el no imaginado dolor…que todo resta

El rostro  cortado por la Historia de sus amaneceres que nunca yo veré.
La música de su hurtada biografía.

La Faz y la Historia devienen carne que no conoce el ángel de la lengua.

¡Imagino su boca cuando reirá en armonía con la boca de aquél…!




Córdoba/Madrid. 09.10.2011.
©carlosmamonde 

lunes, 1 de agosto de 2011



Animales del limes               



Quemadura del ojo y de la lengua:
mi boca mordiendo las mareas de
luz, las mucosas eléctricas...

Luz, expiada  y grotesca forma femenina y nuda
y dolor de su  requiebro e inocencia
en el frío del infierno desfondado…

Mis dientes listos –animales del limes-
para cazar toda vida radiante
toda sangre de la eternidad, sus bordes,
ya desventrada temporaneidad, tormentas...

Pero hubo guerras, guerras, guerras perpetuas
Carnicerías bajo el manto del dios que perpetúa...
Ojos de polvo hueco hueso hueco del polvo /Bajo la luz que denostamos en los actos angélicos / Al acontecer de todo excesivo  temblor.

Y cultivamos pacientes la ociosa mentira enmascarada de ambigüedad
Y criamos los corazones como pandemia de la peste...

(¿Se abrasa por su propia pena todo bosque de amor...?)

Y toda pasión arrastró siglos de espera y simulacros y
de banal carcoma postergada para
abrir la póstuma ceguera de las puertas,

el cariado espejo de la esperanza…





Copyright © carlosmamonde


   



       
   

viernes, 1 de julio de 2011

Escena en el animalario…



En el jardín virtual hay hojas indefensas
súbitos brotes de la  distracción.

veo ahí sombras, nubes, pájaros
solitarios,
azul...y
formas de la muerte que ya esperan nacer.

Aherrojada la paloma del espíritu,... atónita
se demora en su vuelo
y disemina en los planos
del jardín su escándalo y zureo y

despierta al demonio de la siesta
lo más atónito de mi carne

Y mis ojos se arrastran
sobre el brillo inmortal de los muebles
Y la dulzura
imaginaria del balcón
aterrado por domingos siniestros.

Todo fluye de la improvisación.


Acaso somos sólo un murmullo  de seres
dispersos en los húmedo infiernos del jardín...,
dibujados por el error…

apenas destellos de un cristal hecho trizas...

Jaulas



Alguien hizo los nudos que me cierran la sangre,
sobre la sombra absurda de las cosas y
en el borde de tu cuchillo transcurriendo...
Alguien puso esta jaula donde come mi imagen
lastimoso animal
soñada fiera...

Y toda nuestra casa se llena de visitas
que beben y que ríen y burlan cada gesto
de este ser enjaulado.
Y su  voz no se oye
-su gesto
su misterio...apenas
una traza-
en los espejos del deseo,
donde cría la historia su nervadura real...

Ya todo va perdiéndose entre las sombras de sus agrios cuerpos

y acaso yo los miro
también desde lo opuesto

como si viera rostros
      de una historia infinita.

Este es el fin de la visita a los santos lugares:
cuando un desorden de melaza
ata  la vida y el olvido y la fiera y el horror de los transeúntes.
En la distracción, alguien hurta los víveres
y se enajena el mundo: la leve certidumbre de morir y de ser...

Aherrojado


Se cortó toda huída, estaba atado por  el  hedor
sin tregua
de los días y
por gravedad de sangre y parentesco
con las cosas más turbias, que son todas;
por la forma y el tiempo, lo insensato...

Nunca escribió un mensaje o hizo mapas
que sitiaran sus sitio de derrota
que sumaran las cuentas del vacío,
los nudos de una red que él solo viera...

Algunos creen que existió y que vive,
inane entre las cosas, como cosa,
sin nombre ni herida donde irse

y es sólo mal y asombro, siendo, estando, deleitando...puro.

Ahora miente formas de sonetos falsos y de
mal contados versos
contrahechos.

Casa de fieras


Estalla ya la hoguera en el invierno, en la casa
del monte solitario, donde quemo rastrojos de los ojos y
y huesos de los árboles malditos; con una erguida flama
de amor imbécil y de vino agudo...

La luz atrae al enemigo de las dulces fauces
y todo se lo come, hasta las sábanas,
de la casa abierta y desarmada....

Y el viento nos sostiene por un instante eterno,
mordiendo este  mantel vacío de la tierra...

Estallan en los dientes las cebollas y unos ajos tristísimos de niebla.

¿Es que no viene nadie a dialogar y herirme y besarme y
amarme  con su carne...?

¡ Esta fastuosa escena que se apaga
necesita fastuosos figurantes...!

Esta postrera cena no es un rito ni una sutil metáfora:
afuera de la casa la tormenta
es todo lo que resta.

Ha muerto el día...

y la tinta está seca.

© carlosmamonde

miércoles, 18 de mayo de 2011

[Publicados en “Revista de Occidente”, Madrid, mayo de 2011. Nº  360,  página 131 y ss.]


POEMAS PARA UNA CASA SOLA




Poema uno

Esa casa del niño hecha de verde hierba
y árboles nadando el destiempo del tiempo
que gritaba tu fuga
tu señorial dominio de la luz y los ríos

tus canciones de seda entre tus muslos de aire
colmados del deseo y de perlas y de tristes naranjas y de pianos insomnes…


Poema dos


El cielo de esa casa soplaba de tu boca  como un rocío alegre
‘molto allegro ‘vivace
en la tormenta helada que deslumbra a los muertos en lo torvo del día

desflorando la gracia de la materia exhausta
y el número secreto de los versos que salvan…

La casa ya derrumba su compleja armonía
y el desorden sublime de la hierba me embriaga.



Poema tres

Al abrir tu discurso y sus sensatos goznes
todo milagro expuesto cayó bajo tus sueños…


quebraste el aura roja de una  manzana única
y el aire rutilante con que  vistiera el día
el jardín de la casa.
Y la curva más dócil… agonizó en el río…


Soñaste tu cuchilla y su torva sintaxis
y toda cosa expuesta clausuró su deseo
y aún la epifanía con que pisas la hierba.


Ni el perfume vencido del huerto de manzanas
ni azúcar de tu lengua castigando la mía
soportan la vacía presión de tu relato;
o el espejo vibrante que tus clarines traen
a burlar mi caída…

Y soñaste cuchillas de incertidumbre y hielo
ahogaste el transcurrir con tus dioses que abaten.

Todo fue destronado en nuestra casa sola.

Y se rompió la sombra y la luz y la gracia…

aún antes del goce y del torpe bullicio
que la esperanza gime cuando muerde en la boca.



Ni el vencido perfume del huerto de manzanas
columpia sus banderas cuando  la luz desangra…


Anemia de la vida bajo el texto.



Poema cuatro

Yo soy el perro que husmea y amenaza
el que espanta hacia el miedo bandadas de palabras
que se rompen las alas entrechocando locas…

sobre un campo de soledad junto a la casa;

campo de  hedor de un invierno sin término.


Sobre ciudades mecidas por el llanto
sobre las huellas de máquinas vencidas…
por el desasosiego del horizonte enfermo
temblando de ira y de locura…vuelan

vuelan las sombras de los cegados versos
y sus exhaustos pájaros les niegan
la torva ascensión al Paraíso
y la ebriedad del viento y del deseo…

En absoluto blanco y en absoluto negro
(en mis ojos de perro no  hay colores)
su música de sal abren tus textos
y los árboles se incendian en tu fiebre…

………………………………………..


¡Todo ha sido escrito…
yo soy el perro que husmea tiritando,
bajo bandadas de palabras y el silencio de los  estorninos!.





Poema cinco

Sobre el tejado  y el tañido del viento.

Yo  voy dejando a mis ojos caer
a mis ojos irse, alontanando

y diseminados huyen entre delgadas hojas de la mala hierba…

Ojos de la pálida piedra fugitiva
ojos de una materia que acaso hubiste amado
(¿yo lo sabré…algún día?)

Girando sobre la casa, el viento ya me ha herido…

Y al solo que -de pie, tan solo, permanece-  el viento lo desdeña;

Tormenta de la vida que sopla sobre el polen
y al agrio precipita…
Tu rostro bajo la tormenta  se despide del mío
que va por itinerarios de la pérdida…

y las piedras de molienda de lo amado
y el corazón del insecto egoísta.


Poema seis

Naufragio de la casa en tu memoria
hundimiento en el mar que todo humilla

y se inicia lo fúnebre del día y
todo corre a llorar tu desapego frío.

y todo es polvo de polvorientas risas donde
el alma se escabulle vuelta niña.

Roídos –huérfanos- ojos que se desabrigan de los párpados.


Todo ha sido ya escrito.

La espuma del océano ha violado la casa.


Poema siete

Duelen los dientes en la noche fría
Y oyes el siseo de la espuma

¿o acaso es viento y fuego ese siseo sordo?

que acosa las ventanas y
la noche del bosque  y
el alba de la arena.


En la tarde incierta cuando despojara
la desnudez del alma para venir al sueño,

¿acaso ceñí con toda fuerza
el freno del caballo sometido?

Es la bestia que mira y estremece
sus ijares de luz a la deriva


aterida humillación de su silencio…


Caballo que me lleva al olvido y a la lluvia:

tan lejos de la casa y del coito que hubimos
tan lejos del prado y las manzanas
que se llega hasta el borde del pulmón agotado.

-¿Vendrás conmigo al campo donde todo transcurre?-
grita el caballo…pero nadie oye.

Y no conoce el bosque su nariz inocente
y piafa la demanda del morir que lo monta

y prepara la derrama del cielo.


Poema ocho

El aire huele quieto en torno de la casa.
El bosque canta enfermo apegado a la lluvia.

Las voces más humanas olvidan mis canciones
y las antiguas piedras  ya veloces  mudan
a tiza y arena muerta y agua negra…

que muerden las verduras que copian a las formas;
mimetizan mis ojos…

y a los sueños y al seno llameante de tu cuerpo,
¡aquel que ayer apenas dulcificaba el aire!.


Nos sentamos, pueriles, sobre abismos del lecho
a mirar en sus fugas la piedra y la madera…
y la boca de araña que teje enamorada.


¡Abre tú ya la puerta para que todo extinga
esa boca de fábula que nos desguaza el cielo…!

……………………………………………..
Acepto tu mirada y reposar en ella.


Poema nueve

Tu tibia mano plancha
la sábana y la muerte

y llevas al armario los gemidos del sexo.

Y toda luz se guarda
debajo del silencio
y barres los insectos que duermen su tristeza

en la casa de ausencia.

Y por tus comisuras de racheädo viento
corre aterido un beso
para volverse nieve y doblegada muerte


-Prepararé café-, decides…

prepararás café…
decidida e insólita
a ocupar con tu pecho
la plenitud
y el mundo.

Y el frío te mutila tus dedos que se arrojan
al río que los bebe.

Y en mitad de la noche tañe la casa pura
y tañen tus dientes locos en su vaivén de gloria

la música perpetua donde el infierno abre
sus mapas de la huída y sus flores más frágiles.

La oquedad de los árboles empatiza en el huerto
con las benditas nubes y tu mente que ríe.
………………………………………………..
Yo oculto las campanas para que el dios no espíe…


Poema diez
El agua de la casa escribe versos líquidos
que inyecta en las fisuras del muro y de la carne


Con rotas letras pinta a invisibles poemas
y tus lágrimas sorbe  para trazar el viento…

y el corazón del huerto, atado con cadenas.

Apenas comprendemos  su sintaxis que inunda
los cuartos como lagos encharcados y solos:

trae peces que alquila a los mares sombríos
y la casa crepita bajo el zumbar del frío…

Si cerramos los grifos fluye helada la sed.


Poema once y final

El agua ya lo sabe y nos lava la pena
y al asalto del cielo sube izando su muerte.
Agua corrupta.
Agua salvífica.
Agua de la imprecación.
Agua del deseo sin linde.
Agua de la consumación de la tarde.
Agua de la palabra degollada…

© carlosmamonde.