martes, 8 de noviembre de 2011


2 poemas de Noviembre

Los cuerpos hacia el fuego

Los aún vivos cuerpos trizan sus balbuceos al volverse pavesas
volando hacia el  silencio y desesperadas oraciones
al mudo de lo sagrado, a la llanura de lo zoológico.
Al sueño del deseo invisible…

¿Y tú, cuerpo mío, que supiste de la pertenencia y la Gravedad?
Y el sexo – ¡dioses ¿dónde está su ironía?!- su asfixia asesinada y plena
que experimenta calma
y fuga -por fin- y desencuentro… en la humedad del bosque y
ocultaciones de certidumbre en el  pavor  del goce. Frondas de las multitudes
-urgidas- a la pérdida y al mirarse en el pánico.
(Terror de los que hubieron amado)

Estas inquisiciones tan inútiles como el amor (son) la sombra (son) los pulidos espejos de la resurrección (son eso). Y  lluvia que somete lo devorado. Preguntas
a lo acontecido, lo no recuperable, lo desierto…lo sagrado.
Y el metal execrable con que los sacerdotes cortan muslos del agua.
Allí donde la herida, donde besó el misterio.

Los cuerpos -sonora música- abren ojos abiertos
al mesías exangüe y a tu voz cuando gimes
de extrema fragilidad  y grave ligereza del placer soterrado…

¡Ateridos amantes despiertan en los espacios donde nadie responde ¡


Están lloviendo peces

1. ¿En sueños, te parece? Lenta lluvia de peces…
De ungidos peces rotos por la Voz que traiciona.

Que a los mares esfuma, allí donde el suicidio devora cada ola…y
el aire se concluye en esa quietud hueca…perforación sin sombra
Donde pare la muerte.

Sombra Mayor, deslumbre de la mañana inútil.



2. Teme el pez a sí mismo, a su sombra tan ágil, mientras ya precipita
hacia todo vacío su leve cuerpo de violada doncella y transparencia helada.
Huye.
Resta estela  de vacío en su rápida traza. Pero no viene nadie a habitar su abandono.
Pero no, nada, nadie, se apropia de su espacio. Y de su vida que fungió luz y agua
en el alba olvidada.  Queda niebla y  el eco
y la melancolía donde fracasa el ángel impotente ante el hecho.

Resta vacío…papeles enmudecidos de sin textos por la tinta sin rumbo…
Signos infames  del sinsentido. De Todo lo arrojado y derrocado y diferido
hasta el año ya herido, torpes peces borrados, detritus sin la letra y
en el morir de lo pacificado.

© carlosmamonde.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cuando la nieve, que desazona al  hierro…

1.
¿Es este hueco hueso, desierto de intemperie, casa de lo anunciado, plegaria degollada,
la habitación de muerte donde las fuentes claman por un agua fantasma?

A pesar de la nieve que detuvo la sangre de las aves más ágiles, no encontrarás la huella. Espacio donde late el instinto y husmea toda vida la vena de la caza.

A pesar de la nieve que adormece el vacío, abre la luz. Y drena
las más dulces tumbas de su perfecto aceite. Y de melancolía…


2.
Aquel que bebe nieve ahonda los espejos donde
el cuerpo se escinde y el alma es nuda roca devenida en ceniza.

¡Porque la violencia cruje sobre todos los cielos
y la íntima forma de tu boca mojada!

Zumo de la promesa que nunca musitaras; tímido frío del hierro destronado….

Que mi oído –quemado- ha secado esas lluvias, eso tú ya lo sabes…

(Oculta en el desierto que no puede salvarte)

©carlosmamonde